Huir del miedo: cómo la evasión perjudica el progreso

Resumen:
La evasión no es pereza, es miedo disfrazado. Este blog explora cómo los patrones sutiles de evasión en el entrenamiento pueden socavar el progreso, la confianza y el crecimiento a largo plazo. Aprenderás a detectarla, por qué ocurre incluso cuando te importa mucho y cómo pasar de la vacilación protectora a la acción valiente. Al replantear la incomodidad, priorizar la exposición sobre la huida y redefinir el esfuerzo, esta publicación ayuda a los atletas a dejar de eludir los desafíos y a comenzar a alcanzar su máximo potencial.

El saboteador silencioso

Hay una voz dentro de cada atleta de resistencia que susurra: " Hoy no ". No es esa sesión. No es ese ritmo. No es esa distancia. A veces suena racional: estoy cansado, necesito descansar o no es el momento adecuado, y a veces incluso parece autocuidado. Pero si te fijas bien, lo verás como lo que suele ser: evasión.

Evitar no es pereza. Es una respuesta protectora. Es tu mente interviniendo cuando una sesión se siente amenazante, no para tu cuerpo, sino para tu confianza, identidad o sensación de control. El problema es que, con el tiempo, este sutil alejamiento de la incomodidad puede descarrilar silenciosamente tu progreso. Este blog analizará cómo se manifiesta la evasión en el deporte de resistencia, por qué lo hacemos incluso cuando nos importa profundamente y cómo empezar a afrontar la incomodidad de una manera que te fortalezca, no que te destruya.

¿Qué es la conducta de evitación en el entrenamiento?

La evasión aparece cuando el miedo supera la concentración. A menudo no se trata de renunciar por completo, sino de eludir lo que te incomoda.

Eso podría significar:

  • Saltarse una sesión de intervalos duros “solo por esta vez”

  • Elegir una ruta o terreno más fácil para mantener el control

  • Cargar poco combustible o salir demasiado rápido como excusa incorporada

  • Autosabotaje de las carreras al no reducir la intensidad correctamente

  • Evitar los datos de entrenamiento para no tener que afrontarlos

  • Establecer objetivos vagos para evitar el riesgo de un fracaso claro

En esencia, la evasión es una forma de proteger tu ego del dolor. Si no te entregas por completo, no tienes que afrontar lo que sucede cuando te esfuerzas al máximo y no es suficiente.

Por qué evitamos lo que deseamos profundamente

¿La verdad más dura sobre la evasión? A menudo huimos de aquello que decimos querer. Deseamos avances, pero evitamos las sesiones que podrían desencadenarlos. Queremos confianza, pero esquivamos la incomodidad que la genera. Queremos saber de qué somos capaces, pero nos quedamos justo por debajo del máximo esfuerzo, por si acaso. Esto es miedo disfrazado. Es miedo al fracaso . Miedo a no ser lo suficientemente bueno. Miedo a confirmar el peor escenario posible: que tu mejor esfuerzo aún no será suficiente.

Al no intentarlo plenamente, creas el mismo resultado que temes: estancamiento, duda y decepción sin crecimiento.

Paso 1: Detectar la evasión a tiempo

La evasión es escurridiza. A menudo se presenta como lógica. "No estoy listo para esta sesión". "Hoy hace demasiado viento". "No siento las piernas perfectamente".

Estas razones pueden ser válidas, pero cuando aparecen de manera consistente en tipos específicos de entrenamientos ( umbral , carreras largas , VO2 ), es una señal de alerta.

Pregúntese:

  • ¿Qué sesión intento siempre mover o modificar?

  • ¿Qué tipo de entrenamiento genera resistencias o excusas?

  • ¿Cuándo hago un rendimiento inferior al esperado, por si acaso?

La consciencia es el primer paso. No puedes desafiar lo que no has identificado.

Paso 2: Replantear el papel de la incomodidad

La incomodidad no es peligro. De hecho, es clave para el crecimiento. La evasión ocurre cuando la mente confunde el esfuerzo con la amenaza. Por lo tanto, el objetivo es replantear la incomodidad, no como algo a temer, sino como algo que practicar.

Pruebe este cambio:

  • “Esto es difícil” → “Aquí es donde crezco”

  • “¿Y si fallo?” → “¿Y si esto me enseña algo nuevo?”

  • “No quiero luchar” → “La lucha es parte de la fuerza”

No es necesario que te guste la incomodidad. Pero sí necesitas dejar de huir de ella.

Paso 3: Elija la exposición en lugar del escape

El progreso se logra con la exposición. No necesitas enfrentarte a tu mayor miedo todos los días, pero sí necesitas exponerte a desafíos con regularidad.

Esto significa:

  • Realizar la sesión que has estado evitando, incluso con un esfuerzo del 80%.

  • Presentarse a la carrera te da miedo no tener un buen rendimiento

  • Practicando ritmos incómodos sin juzgar

  • Revisando sus datos, incluso si están desordenados

Cada vez que te enfrentas a lo que sueles evitar, le envías un mensaje a tu cerebro: "Puedo con esto". Con cada exposición, el miedo se aquieta y tu confianza se fortalece.

Paso 4: Concéntrese en el esfuerzo, no en el resultado

La evasión prospera cuando lo único que importa es el resultado. Pero no controlas los resultados, controlas el esfuerzo. Cuando te comprometes a dar lo mejor de ti, sin importar el resultado, te liberas del miedo al fracaso. Porque no hay fracaso en el esfuerzo total. Solo hay retroalimentación.

Comience a hacer diferentes preguntas después de una sesión:

  • ¿Me presenté completamente?

  • ¿Me incomodé con la honestidad?

  • ¿Qué aprendí?

Así es como se construye la confianza en uno mismo, no a través de días perfectos, sino a través de días valientes.

Paso 5: Reemplace la evasión con pequeños actos de valentía

No necesitas saltar, solo pisar. La próxima vez que sientas la necesidad de evitar...

Pruebe un movimiento de microcoraje:

  • Haz parte de la sesión en lugar de saltártela

  • Comienza el entrenamiento sin pensar demasiado en el final.

  • Comprométete con un intervalo al ritmo objetivo y luego vuelve a evaluar

  • Comparte tu objetivo, incluso si te asusta

El coraje se fortalece. Cada vez que eliges la incomodidad en lugar de evitarla, desarrollas resiliencia y expandes tu potencial.

Preguntas frecuentes: Cómo huir del miedo

¿Cómo saber si es una evitación o una necesidad real de recuperación?

Busca el patrón. La verdadera fatiga se siente diferente al miedo. Si constantemente te saltas las mismas sesiones, bajas el ritmo en los mismos puntos de esfuerzo o siempre eliges el camino fácil, pregúntate: ¿Qué estoy protegiendo?

¿Está bien ir con calma a veces, incluso si parece una evasión?

Sí. Entrenar con inteligencia incluye la recuperación. La clave está en saber por qué eliges lo fácil. Si se basa en la estrategia, es inteligente. Si se basa en el miedo, es evasión.

¿Cuál es el riesgo de tener un rendimiento inferior al esperado a propósito?

Crea una falsa red de seguridad: nunca te enfrentas al verdadero fracaso. Pero también significa que nunca experimentas tu máximo potencial. A largo plazo, mina la confianza.

¿Cómo puedo dejar de pensar demasiado en cada sesión?

Establece una intención sencilla antes de empezar. «Hoy me presentaré y daré lo mejor de mí». Deja que la sesión se desarrolle. No todas las carreras o paseos tienen que demostrar algo, solo construir algo.

Reflexiones finales

Evitar es astuto. Te convence de que eres cuidadoso, responsable e incluso inteligente. Pero en el fondo, el miedo, y el miedo que no se enfrenta, te mantiene estancado. No necesitas hacerlo todo a la perfección, solo necesitas dejar de huir de los desafíos y empezar a afrontarlos, un momento valiente a la vez. El progreso no se logra en la zona de confort. Se logra en los lugares que has estado evitando.

LECTURAS ADICIONALES: ENFRENTAR EL MIEDO Y GENERA CONFIANZA

La información proporcionada en FLJUGA tiene fines exclusivamente educativos y no constituye asesoramiento médico, psicológico ni de entrenamiento. Consulte siempre con un profesional médico cualificado, un profesional de la salud mental o un entrenador certificado antes de comenzar cualquier nuevo programa de entrenamiento o de mentalidad.

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